Los pensamientos se eligen, al igual que la actitud. Nadie puede imponernos ninguna de las dos cosas. Quizás algo o alguien pueda ejercer influencia, e incluso llegar a "domesticarnos o adoctrinarnos" pero nuestra mente humana se caracteriza por esa capacidad de elección, como resultado del ejercicio del raciocinio y, en definitiva, de nuestra inteligencia. Aprender a valorar los conocimientos que nos imparten y tomarlos con la relativa distancia necesaria como para forjarnos una opinión o criterio válido es imprescindible para desmarcarnos de "el rebaño". Por supuesto no me estoy refiriendo a que formar parte de "el rebaño" sea malo. Me refiero a que hemos de practicar lo de pensar por nosotros mismos para decidir si vamos todos a uno con el rebaño o si por el contrario creemos que hay otras vías o criterios. Y por supuesto este ejercicio hay que hacerlo siempre. No vale un solo pensamiento para decidir si unirnos o no y siempre al rebaño, hay que valorar, evaluar y cuestionarnos todo aquello que nos suponga una vida que no es la que queremos para nosotros mismos.
Unos ejemplos: Te adoctrinan en una religión que puedes creer a pie juntillas, cuestionar, adoptar o no. Te orientan para que te plantees la vida en el plan: trabajo-dinero-casa-pareja-matrimonio-hijos-jubilación. Tienes que tener una buen coche, vestir de marca, viajar a hoteles lujosos, hablar un mínimo de cuatro idiomas, tener un master, una vivienda en propiedad y otra de segunda residencia, etc. Por supuesto se puede ser muy feliz con todos esos planteamientos de vida, siempre y cuando se correspondan a lo que uno quiere. Pero también hay otros. Quizás nuestro sueño sea el de pertenecer a un rebaño (lo cual no tiene nada de malo) pero tampoco tendría nada de malo querer ser un patito feo o una oveja negra si es lo que verdaderamente nosotros deseamos. E incluso tampoco tiene nada de malo querer algo que nunca antes nadie se haya planteado o atrevido a soñar. Cada uno debe fijarse sus propios objetivos e ilusiones, que no tienen por qué ser iguales a los de los demás. Al igual que no todo el mundo podrá acceder a ellos porque no dispondrá de la facilidad (económica) que le conducirá a ellos pero sí podrá trabajar mucho y honestamente para conseguir algunos de esos objetivos o todos si es lo que de verdad quiere. Pero es que también puede ser que pese a mucho trabajo y esfuerzo algunas personas no logren conseguir ni un 10% de sus metas, o esas metas. Ahí entra en juego la capacidad de cada uno de tolerar/ manejar la frustración. Nuestra inteligencia, de nuevo. Y es que podemos tener sueños, sin límite, pero hemos de aprender a tener pequeños sueños realistas alcanzables uno a uno. No podemos plantearnos cien sueños de gigante a la vez y al mismo tiempo. Tenemos que aprender a adaptarnos, moldear nuestros objetivos a las posibilidades y a la realidad, aprender a vencer pensamientos autoimpuestos o inculcados y quedarnos con los que nos permitan vivir en paz con nosotros mismos. Tenemos que aprender a manejar y dominar nuestra mente que a veces "se va" por la vía de la doctrina recibida y frustra nuestro propio yo interior. Me refiero a que mientras no hagamos nada malo a nadie, vivamos y dejemos vivir, debemos aprender a vivir el momento, paso a paso, día a día, sin imponernos una meta demasiado grande y sin importarnos lo que digan los demás por no hacer esto, tener aquello o ser así, siendo coherentes con nosotros mismos y manteniendo nuestro pensamiento "a raya" y en el camino de nuestra felicidad.
El respeto hacia los demás y hacia uno mismo, sentirse libre para soñar y permitirse un determinado planteamiento vital, aprender a pensar por uno mismo y distinguir la autoimposición adoctrinada (cuando nos han inculcado desde la escuela un determinado modelo a seguir como "lo que hay que hacer" para estar en "el camino correcto") de nuestro verdadero yo interior y las verdaderas necesidades de éste (nuestro yo interior) son las claves para alcanzar o rozar una verdadera felicidad.