martes, 25 de septiembre de 2012

Escrúpulos

Si quieres triunfar, en lo que sea, lo mejor es no tener escrúpulos. Y no me refiero a arrasar con todo ni pasar por encima de nadie. Me refiero a estar dispuesto a todo por el todo.
Las personas que conozco que han "triunfado" o conseguido "sus objetivos" son personas que han ido a por todas, sin importar el qué.
Realmente el término "objetivos" es bastante implacable, frío, definido, brutal. Conocía a un tipo que decía que le parecía una palabra muy fea, y es que realmente un objetivo es un punto de mira focal, un "donde pongo el ojo pongo la bala". 
Está muy bien definirse objetivos, que yo más bien llamaría "definición de logros, consecuciones, intenciones..." pero definirse objetivos sin una cierta flexibilidad frustra profundamente en caso de no éxito; hunde y te convierte en alguien sin escrúpulos.
Creo firmemente en la moralidad propia, en los principios propios y en la filosofía de vida propia.
Y no me refiero a principios o moralidad de Srta. Rottenmeier, sino aquellos que cada cual se forje en individual porque le vengan bien según su estilo de vida. 

Cuando uno se forja objetivos -en el sentido estricto e inamovible de la palabra- y no logra alcanzarlos, y no quiere ceder ante sus propios escrúpulos, pierde de vista su propio sentido de la vida y qué hacer, tarde o temprano puede entrar en pérdida de sentido y neurosis existencial. Es importante sentir que se tiene algo que hacer en esta vida, aunque no sea lo convencional.
Es importante mantener una autoestima fuerte y sana, mantener las relaciones sociales y una conexión con el entorno, adaptarse a las circunstancias de la vida reorientando nuestras pequeñas metas y trazando pequeños círculos concéntricos que abarquen cada vez otros más amplios que nos vayan permitiendo crecer y desarrollarnos. 


 

No creo en autoimponerse objetivos vitales estrictos de vida, porque la vida es inesperada, sorpresiva e impredecible, así que lo mejor es ir avanzando poco a poco con ella y disfrutar de lo que nos brinde por el camino. Lo que tenga que ser será si tiene que llegar cuando tenga que llegar. Y se puede ser feliz, aunque no gocemos de lo mismo de lo que goza el de al lado. Porque cada individuo es único, es un baúl único de conocimientos, y cada individuo aprende a ser feliz por sí mismo con lo que tiene, es la ley de la supervivencia vital. Con su propio bagaje, cultural, social, natural.
Debemos dejar de ser dictadores con nosotros mismos y dejar la autoexigencia extrema, que es la que nos lleva a ser también ultraexigentes con los demás.
Debemos dejar de ser perfeccionistas en extremo, porque dicha perfección nos hace imperfectos. Y porque la auténtica belleza reside en la imperfección.
Debemos dejar de ser controladores con nuestro entorno porque enlaza con lo anterior, y la vida y la naturaleza son arbitrarias y si las quisiéramos controlar, perderían esa espontaneidad, ese bien y mal que es lo que nos hace sufrir, pero también amar y disfrutar, porque es lo que nos da el patrón y el contrapunto para disfrutar y valorar las cosas, las emociones... Son dicotomías que no pueden existir una sin la otra. Si pudiéramos controlar y dominar el entorno, pobablemente todo lo que nos envuelve no existiría, porque lo aniquilaríamos y dejaríamos únicamente aquello que nos interesa. Y romperíamos la magia de la vida.
Debemos aprender a ser felices en soledad, felices con nosotros mismos para poder hacer felices a quiénes nos rodean.
Debemos sonreír cada mañana y acostarnos también con una sonrisa y con un bello pensamiento.
Debemos aprender a entretenernos y divertirnos, porque el estado capitalista parece que sólo nos ha enseñado a acumular y a amontonar objetivos conseguidos, sin valorar si merecían la pena, si hemos aprendido algo con ello por el camino, o si verdaderamente todo aquello que hemos amontonado nos resulta útil y de nuestro agrado.
Debemos dejar de vivir amargados por tanta materia, tanta imposición, tanta crítica, tanta cifra, tanta hostilidad.
Hay que practicar el amor, propio, al prójimo, a la naturaleza, a la vida, y aprender a confiar.
Es más fácil confiar y que te salga mal que vivir en la desconfianza, y amargado, convencidos de que nos van a herir. Si nos hieren al menos habremos vivido tranquilos y felices, el problema será del otro, que si nos hiere habrá mostrado no ser merecedor de nuestra compañía.
Ojalá fuéramos más pragmáticos, más sencillos, más humildes, más bondadosos, más cariñosos con el prójimo.
Ojalá un abrazo fuera algo normal y habitual como saludo.

No mires atrás. Olvida el pasado, o no lo olvides, aprende de él pero déjalo donde está y no vivas en su recuerdo. 
Perdona a todos aquellos que te hirieron y avanza.
Limítate a vivir cada día como si fuera el último pensando en hoy, viviendo el hoy y disfrutando porque nunca hay un mañana para hacer las cosas que postergas, ¡hazlas HOY! si es que de veras te apetece hacerlas.

2 comentarios:

  1. Si hubieras podido hablar a tiempo con Michael Jackson de todo esto...xD
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Pues supongo que nos hubiéramos abrazado largo rato mientras él cantaba.

    ResponderEliminar